Sin embargo, por esto hallé misericordia, para que en mí, como el primero, Jesucristo demostrara toda su paciencia como un ejemplo para los que habrían de creer en él para vida eterna. (1 Timoteo 1:16)
La conversión de Pablo fue para nosotros.
Debemos tomar esto de un modo muy personal. Dios nos tenía en mente cuando eligió a Pablo y lo salvó por medio de su gracia soberana.
Si creemos en Jesús para vida eterna o si todavía pueden creer en él para vida eterna la conversión de Pablo fue para nuestro beneficio. Es para hacer la increíble paciencia de Cristo vívida para nosotros.
La vida de Pablo antes de su conversión fue una larga, larga prueba para Jesús. «¿Por qué me persigues?», preguntó Jesús. «¡Es a mí a quien persigues con tu vida de incredulidad y rebelión!». Dios había escogido a Pablo antes de su nacimiento. Por lo tanto, toda su vida hasta ese momento había sido una gran seguidilla de injurias contra Dios, un prolongado rechazo y una constante burla al Jesús que lo amó.
Por esa razón, Pablo dice que su conversión es una demostración brillante de la paciencia de Jesús. Y esto es lo que él les ofrece hoy.
Fue por nosotros que Jesús lo hizo de la manera que lo hizo. Para «demostrar toda su paciencia» a nosotros. Para que no nos invada el desánimo. No vaya a ser que pensemos que en realidad él no puede salvarnos. No vaya a ser que pensemos que es propenso a la ira. No vaya a ser que pensemos que hemos ido demasiado lejos. No vaya a ser que pensemos que aquella persona que amamos no puede convertirse de pronto, en el momento menos esperado, por la soberana y superabundante gracia de Jesús.